¿Sabes lo que pienso, querida?
	El mundo no sería igual si hubiéramos seguido
	los tristes viejos consejos de los viejos.
	Hablan revestidos por el traje de su fatua experiencia
	por el recuento exacto de sus fracasos.
	Jamás habríamos salido de la caverna para ver la belleza
	de los danzantes, su desvergonzado meneo de caderas,
	el sexo atravesado por la espina del deseo.