Este libro es una carta de amor dirigida a cinco destinatarios: la patria del exilio, el padre, la pareja, el hijo, y quienes son, como el propio autor, migrantes. Los versos que Lee les dirige están impregnados de afecto, de un afán por señalar lo bello de la humanidad; pero también de una melancolía que es a veces real ùpor la patria y el padre que ya no están, por el hijo que uno ya no esù y otras preventiva ùpor la pareja que se puede romper, por el hijo que un día se irá, por ese sentimiento de pertenencia que es meramente pasajeroù. A través de la observación de momentos cotidianos, Li-Young Lee acentúa las alegrías y las penas de la familia, el hogar, el exilio y, por supuesto, del amor. Un amor aprendido en la infancia, con el padre, y que desde entonces lo vertebra todo. Un amor que es placentero o doloroso, inocente o reflexivo, pero siempre omnipresente.