¿Quién iba a decirle a Kit que Emma no estaría interesada en casarse ni en formar parte de una de las mejores familias del Reino? Lo que parecía una proposición favorable y sencilla va a convertirse en una auténtica batalla campal, porque ninguno de los dos pretende ceder en su postura. La señorita Emma Towsend es la única hija de un recién nombrado baronet sin relevancia social, casi una advenediza a los ojos de la aristocracia. Sus padres están convencidos de que si a su edad no ha recibido todavía una oferta de matrimonio es porque pasa demasiado tiempo cuidando del hijo de la que fuera su mejor amiga, fallecida de forma trágica, y muy poco en los salones de la nobleza. Ella, en cambio, sabe que la razón de su soltería es su origen y su exigua dote. Sin embargo, a sus veinticuatro años Emma se considera una privilegiada, es feliz con su vida sencilla y no desea atarse a alguien que pueda cercenar su recién descubierta libertad. La esposa de Kit, lord Christopher Saint-Jones, falleció joven, dejando huérfano a su pequeño hijo y a él marcado para siempre por la tragedia que supuso la muerte de Anna. Para su suerte y la de su hijo, en su misma calle vive lady Emma, la mejor amiga de su difunta esposa, que adora al pequeño Alexander y a quien este considera casi una madre. La solución parece sencilla para Kit: ser honesto con su amiga Emma y ofrecerle un matrimonio conveniente para ambos, donde ella logra el estatus social que su familia ansía y él una dama que le ayude con su hijo. Pero cuando es rechazado se da cuenta de que lo que desea de Emma es mucho más que nueva madre para Alex; acaba de descubrir que él quiere una esposa y, de repente, parece que solo Emma es apta para esa posición en concreto.
