Desde su inefable irrupción a finales de los sesenta hasta su temprana muerte en 1982, Lester Bangs fue uno de los críticos más prolíficos ùde rock, jazz, pop y demás hibridaciones y sucedáneosù en los Estados Unidos (lisérgicos). En ese breve lapso, al tiempo que revoluciona el oficio al más puro estilo gonzo, y da forma y un nuevo sentido al cometido del crítico musical, se batiría el cobre prestando sus servicios a Creem, The Village Voice, Rolling Stone y otras cabeceras del submundo conocido; sin dejar de escribir, por su propia cuenta y riesgo, y para su propio deleite, espoleado por ínfulas literarias para las que no hallaría consuelo ni editor.De entre los miles de páginas alumbradas por tan ilustre grafómanoùy que siguen enmoheciendo entre legajos, borradores,manuscritos e indescifrables apuntes celosamente custodiadospor familiares y demás afectos a la causaù en esta segundaincursión John Morthland traza una nueva de hoja de ruta que,a diferencia de la cartografiada por Greil Marcus, acierta aincluir también algunas de esas perlas inacabadas llamadas aformar parte de esa otra faceta literaria ùque