Obras como esta desmienten algunos tópicos sobre el genial pensador danés, al que se considera tan centrado en la existencia individual que olvida las circunstancias sociales, tantas veces penosas. Lo cierto es que Kierkegaard abrazó decididamente la causa del hombre corriente. La importancia de este escrito es doble. Por una parte, Kierkegaard expone en él su concepción del arte de la novela, que presenta numerosos puntos de contacto con las fases del discurrir de la vida. Por otra, el autor se pronuncia sin reparos en materia política y social, hasta el punto de formular un juicio crítico sobre la modernidad. Y lo que resulta más sorprendente: el diagnóstico de Kierkegaard es profético, pues muchas de las notas que describen la sociedad de su tiempo se pueden aplicar a las actuales sociedades de masas, hasta el punto de constituir una llamada de atención que conviene tomar en serio.