En la era de la posverdad, la libertad de expresión y la democracia de los medios se erigen en garantes de la virtud pública y privada. Los argumentos racionales y las pruebas fácticas resultan ya no solo innecesarios, sino invisibles ante una fugaz y exaltada apelación emocional. Lo políticamente correcto es creer a quien asegura haber sido violentado o maltratado; la sociedad debe proteger al más vulnerable y la condición de víctima exime al acusador de la obligación de probar sus imputaciones: es el presunto agresor, el victimario, quien debe probar ahora su inocencia. Un súbito cambio de paradigma ético convierte actos ayer intrascendentes en crímenes y la vida de cualquier ciudadano queda hoy sujeta a aviesas lecturas, a la descalificación moral y al linchamiento mediático que un día se llamó caza de brujas. A esa antigua forma del horror se ven abocados los personajes de esta obra con la que su autor indaga en el insondable abismo de la virtud.MERCEDES MELO PEREIRA