Esta traducción comentada de las Categorías tiene modestas pretensiones. No intenta descubrir el subconsciente lingüístico o cultural de Aristóteles a través del saber etimológico. No se empeña en comparar sus textos a la caza de inconsistencias delatoras de influencias, evoluciones e interpolaciones. Tampoco mira su obra desde las alturas de la filosofía moderna y postmoderna para reducirla a la categoría de imperfecto precedente. Menos aún se atreve a enjuiciar tan elevadas investigaciones. Hecha salvedad de alguna que otra excepción, se conforma con presentar, remozada en lo necesario, la interpretación clásica, que tuvo el poso de unidad imprescindible para que, en su seno, se diera una fructífera disputa entre tendencias parcialmente discordantes. Porque, a nuestro juicio, esa tradición, hoy tan desconocida como denostada, merece ser recordada. Por eso, cuando, para bien o para mal, consultamos o discutimos con los comentaristas, atendemos gustosamente a unos cuantos estudiosos recientes que enlazan con ese punto de vista; y, con redoblado gusto, a varios autores clásicos de la escuela tomista, que rec