Son más que un conjunto de relatos, son trozos de vida, recuerdos de seres queridos, novelados a partir de su memoria. Hechos vividos, padecidos y contados por las abuelas y abuelos de la autora, que fueron niños de la guerra y la posguerra. Niños, entonces, que la sufrieron en su carne y en la de los seres amados. Estos relatos son, pues, un homenaje a quienes vivirían ya siempre acompañados por la pesadilla de aquellos días, de aquellos años. Y son, precisamente, ellos, los niños, los protagonistas de estos cuentos. Relatos donde vivirá el recuerdo congelado de su infancia y de aquellos, de tantos, que quedaron marcados para siempre por el horror de la guerra.