El mes de marzo de 2020, Fernando Menéndez empezó a comprender que la palabra escrita o imaginada por él hasta ese momento no se ajustaba a lo que significa vivir en una anomalía (pues a eso obligabala pandemia y el consecuente confinamiento). Así que, convencido de que la palabra es una herramienta inagotable, el autor se vio a sí mismo como una suerte de reportero o de documentalista que utiliza la escritura a modo de cámara o grabadora.