El gusto por la paradoja, la ironía y la invención verbal inscriben la obra de Edward Lear, como la de Lewis Carroll, en la corriente irracional de la literatura inglesa, imperando y celebrando la lógica del absurdo. «A nuestro parecer Edward Lear es cronológica y esencialmente el padre del desatino; lo consideramos superior a Lewis Carroll. Mientras el país de las maravillas de Carroll es puramente intelectual, Lear introduce otro elemento diferente; trabaja el tono de lo poético y emocional».