En mayo de 1945, recién conquistado Berlín, unos agentes de los servicios secretos soviéticos â??el temido NKVDâ?? pululan entre las ruinas de la arrasada cancillería del Reich para cumplir una orden secreta de Stalin: averiguar qué ha sido realmente de Adolf Hitler. Ante todo, Stalin necesitaba cerciorarse de que uno de los cuerpos carbonizados hallados en el jardín de aquel edificio correspondía, en efecto, al Führer. Pero el dictador soviético también sentía curiosidad (quizás una secreta admiración) por los métodos que había empleado Hitler para hacerse con el poder y mantener un control tan feroz sobre la población alemana.Los agentes del NKVD pronto descubrieron entre los millares de prisioneros alemanes a dos importantes cautivos, Otto Günsche y Heinz Linge, ayudantes personales del Führer que gozaron de la confianza de éste durante años y que cumplieron la orden final de quemar su cadáver tras el suicidio del dictador alemán. Desde 1946 hasta 1949, Günsch