San Martin de Trevejo era una tranquila población de mil setecientos habitantes dedicada a las labores agrícolas. El inicio de la guerra avivó las primitivas tensiones entre terratenientes y trabajadores del campo; tensiones que aumentaron con el rápido avance del ejército rebelde hasta hacerlas insoportables. Consciente de que su vida corre peligro, Daniel consigue escapar tan solo unas horas antes de que los nacionales entraran en el pueblo. En su huida lo acompaña Irene, única superviviente de una familia de terratenientes. Juntos iniciarán un peligroso viaje hacia ninguna parte siendo hostigados por los soldados rebeldes, hasta que un médico honesto les propone buscar refugio en la casa donde residen sus padres en La Mancha.