La democracia en Iberoamérica va camino de tener fecha de caducidad. Tras la transición democrática de la mayoría de los países de la región en la década del 90 -con excepciones como la dictadura de los Castro en Cuba-, ese proceso nunca ha llegado a completarse en su máximo esplendor. Los sistemas democráticos jóvenes, que han tomado la inspiración política de Estados Unidos y de pensadores europeos, tienen -y han tenido desde que nacieron- un enemigo en casa: el marxismo y el radicalismo de la izquierda que se ha construido en Iberoamérica. El odio al capitalismo, al libre mercado, a la economía liberal y a principios a priori universales, como la protección de la familia, son ahora el enemigo fascista a batir por líderes como Luiz Inácio Lula da Silva, tal y como lo explicó él mismo en el Foro de São Paulo de 2023. Entonces, ¿cómo se puede frenar este deterioro democrático para evitar que la izquierda radical destruya la democracia en la región -con la estratégica inversión de China- y que lo haga desde las propias instituciones? La respuesta está en el compromiso que deben adquirir los conservadores. Es hora de dar la batalla política,
cultural y económica a nivel internacional.
(Del Resumen ejecutivo)