Con pedazos de letras y cera de velas, guantes de lana y migas de pan
escribe Yordanka Béleva estos relatos. Su palabra está habitada por historias familiares enhebradas con la de Bulgaria y con la muerte, pero también por rituales, creencias y supersticiones ancestrales, donde resplandece un cierto realismo mágico, para fundar una memoria e identidad en lo pequeño y cotidiano, que se prolonga hasta lo colectivo. Impregnados de un humanismo epifánico desnudan la imprecisa ingenuidad de la infancia, la bondad y ternura de los abuelos, que pueblan los relatos, y la sororidad femenina más allá de los ajuares de arándanos
Descubrimos en esta autora una textura singular donde lo no dicho, los finales insospechados, los juegos lingüísticos y su estilo poético nos arrastran a un universo personal, como sólo ocurre cuando resuena la auténtica literatura.
Patricia Crespo Alcalá