Es Palencia la Bella Desconocida, como se dice de su misma catedral. Tierra olvidada, por desgracia, desangelada en la vieja Castilla. Pero quizás ese mismo olvido, ese ostracismo que impone el hombre necio injustamente a legendarios territorios, haya ayudado a que en ella sobrevivan narraciones ancestrales, antiquísimas y desconocidas.