Internet y las plataformas que configuran el capitalismo actual (desde Amazon hasta Google) constituyen la última metamorfosis de un régimen financiero iniciado a partir de los años sesenta. La información se ha vuelto una mercancía y fuente de creación de valor. Ha ocurrido una fusión entre el poder financiero y las nuevas tecnologías, uno de cuyos resultados es una fragmentación y polarización de la opinión pública, que parece estar siempre tironeada por fake news y el imperativo de informarse. Esto conlleva un inevitable deterioro de la democracia. Y lo más inquietante es que las plataformas de Internet necesitan la activa presencia de todos nosotros. Esta constante necesidad que interacciones representan la evidencia de que uno de los mayores combustibles de nuestras acciones y de todos los datos que producimos para el capital tecno-financiero es, precisamente, el resentimiento.