Elise y Dagmar se comportan como cualquier otra pareja: las dos mujeres intercambian mensajes hasta bien entrada la madrugada, comparten canciones que parecen hablar de su historia, se envían emojis de corazones, una vez, y otra más, y otra. Nada que no hayamos hecho todos. Salvo que Elise y Dagmar están en la cincuentena y felizmente casadas con otras personas. Ninguna esperaba que sucediese, pero ya es tarde para frenarlo.